martes, 23 de agosto de 2011

LA CENICIENTA
La Cenicienta - Versión Original
Había una vez un gentil hombre que se casó en segundas nupcias con una mujer, la más altanera y orgullosa que jamás se haya visto. Tenía dos hijas por el estilo y que se le parecían en todo.

El marido, por su lado, tenía una hija, pero de una dulzura y bondad sin par; lo había heredado de su madre que era la mejor persona del mundo.

Junto con realizarse la boda, la madrasta dio libre curso a su mal carácter; no pudo soportar las cualidades de la joven, que hacían aparecer todavía más odiables a sus hijas. La obligó a las más viles tareas de la casa: ella era la que fregaba los pisos y la vajilla, la que limpiaba los cuartos de la señora y de las señoritas sus hijas; dormía en lo más alto de la casa, en una buhardilla, sobre una mísera pallasa, mientras sus hermanas ocupaban habitaciones con parquet, donde tenían camas a la última moda y espejos en que podían mirarse de cuerpo entero.
La pobre muchacha aguantaba todo con paciencia, y no se atrevía a quejarse ante su padre, de miedo que le reprendiera pues su mujer lo dominaba por completo. Cuando terminaba sus quehaceres, se instalaba en el rincón de la chimenea, sentándose sobre las cenizas, lo que le había merecido el apodo de Culocenizón. La menor, que no era tan mala como la mayor, la llamaba Cenicienta; sin embargo Cenicienta, con sus míseras ropas, no dejaba de ser cien veces más hermosa que sus hermanas que andaban tan ricamente vestidas.
Sucedió que el hijo del rey dio un baile al que invitó a todas las personas distinguidas; nuestras dos señoritas también fueron invitadas, pues tenían mucho nombre en la comarca. Helas aquí muy satisfechas y preocupadas de elegir los trajes y peinados que mejor les sentaran; nuevo trabajo para Cenicienta pues era ella quien planchaba la ropa de sus hermanas y plisaba los adornos de sus vestidos. No se hablaba más que de la forma en que irían trajeadas.
-Yo, dijo la mayor, me pondré mi vestido de terciopelo rojo y mis adornos de Inglaterra.
-Yo, dijo la menor, iré con mi falda sencilla; pero en cambio, me pondré mi abrigo con flores de oro y mi prendedor de brillantes, que no pasarán desapercibidos.
Manos expertas se encargaron de armar los peinados de dos pisos y se compraron lunares postizos. Llamaron a Cenicienta para pedirle su opinión, pues tenía buen gusto. Cenicienta las aconsejó lo mejor posible, y se ofreció incluso para arreglarles el peinado, lo que aceptaron. Mientras las peinaba, ellas le decían:
-Cenicienta, ¿te gustaría ir al baile?
-Ay, señoritas, os estáis burlando, eso no es cosa para mí.
-Tienes razón, se reirían bastante si vieran a un Culocenizón entrar al baile.
Otra que Cenicienta les habría arreglado mal los cabellos, pero ella era buena y las peinó con toda perfección.
Tan contentas estaban que pasaron cerca de dos días sin comer. Más de doce cordones rompieron a fuerza de apretarlos para que el talle se les viera más fino, y se lo pasaban delante del espejo.
Finalmente, llegó el día feliz; partieron y Cenicienta las siguió con los ojos y cuando las perdió de vista se puso a llorar. Su madrina, que la vio anegada en lágrimas, le preguntó qué le pasaba.
-Me gustaría... me gustaría...
Lloraba tanto que no pudo terminar. Su madrina, que era un hada, le dijo:
-¿Te gustaría ir al baile, no es cierto?
-¡Ay, sí!, -dijo Cenicienta suspirando.
-¡Bueno, te portarás bien!, -dijo su madrina-, yo te haré ir.
La llevó a su cuarto y le dijo:
-Ve al jardín y tráeme un zapallo.
Cenicienta fue en el acto a coger el mejor que encontró y lo llevó a su madrina, sin poder adivinar cómo este zapallo podría hacerla ir al baile. Su madrina lo vació y dejándole solamente la cáscara, lo tocó con su varita mágica e instantáneamente el zapallo se convirtió en un bello carruaje todo dorado.
En seguida miró dentro de la ratonera donde encontró seis ratas vivas. Le dijo a Cenicienta que levantara un poco la puerta de la trampa, y a cada rata que salía le daba un golpe con la varita, y la rata quedaba automáticamente transformada en un brioso caballo; lo que hizo un tiro de seis caballos de un hermoso color gris ratón. Como no encontraba con qué hacer un cochero:
-Voy a ver -dijo Cenicienta-, si hay algún ratón en la trampa, para hacer un cochero.
-Tienes razón, -dijo su madrina-, anda a ver.
Cenicienta le llevó la trampa donde había tres ratones gordos. El hada eligió uno por su imponente barba, y habiéndolo tocado quedó convertido en un cochero gordo con un precioso bigote. En seguida, ella le dijo:
-Baja al jardín, encontrarás seis lagartos detrás de la regadera; tráemelos.
Tan pronto los trajo, la madrina los trocó en seis lacayos que se subieron en seguida a la parte posterior del carruaje, con sus trajes galoneados, sujetándose a él como si en su vida hubieran hecho otra cosa. El hada dijo entonces a Cenicienta:
-Bueno, aquí tienes para ir al baile, ¿no estás bien aperada?
-Es cierto, pero, ¿podré ir así, con estos vestidos tan feos?
Su madrina no hizo más que tocarla con su varita, y al momento sus ropas se cambiaron en magníficos vestidos de paño de oro y plata, todos recamados con pedrerías; luego le dio un par de zapatillas de cristal, las más preciosas del mundo.
Una vez ataviada de este modo, Cenicienta subió al carruaje; pero su madrina le recomendó sobre todo que regresara antes de la medianoche, advirtiéndole que si se quedaba en el baile un minuto más, su carroza volvería a convertirse en zapallo, sus caballos en ratas, sus lacayos en lagartos, y que sus viejos vestidos recuperarían su forma primitiva. Ella prometió a su madrina que saldría del baile antes de la medianoche. Partió, loca de felicidad.
El hijo del rey, a quien le avisaron que acababa de llegar una gran princesa que nadie conocía, corrió a recibirla; le dio la mano al bajar del carruaje y la llevó al salón donde estaban los comensales. Entonces se hizo un gran silencio: el baile cesó y los violines dejaron de tocar, tan absortos estaban todos contemplando la gran belleza de esta desconocida. Sólo se oía un confuso rumor:
-¡Ah, qué hermosa es!

El mismo rey, siendo viejo, no dejaba de mirarla y de decir por lo bajo a la reina que desde hacía mucho tiempo no veía una persona tan bella y graciosa. Todas las damas observaban con atención su peinado y sus vestidos, para tener al día siguiente otros semejantes, siempre que existieran telas igualmente bellas y manos tan diestras para confeccionarlos. El hijo del rey la colocó en el sitio de honor y en seguida la condujo al salón para bailar con ella. Bailó con tanta gracia que fue un motivo más de admiración.
Trajeron exquisitos manjares que el príncipe no probó, ocupado como estaba en observarla. Ella fue a sentarse al lado de sus hermanas y les hizo mil atenciones; compartió con ellas los limones y naranjas que el príncipe le había obsequiado, lo que las sorprendió mucho, pues no la conocían. Charlando así estaban, cuando Cenicienta oyó dar las once y tres cuartos; hizo al momento una gran reverenda a los asistentes y se fue a toda prisa.
Apenas hubo llegado, fue a buscar a su madrina y después de darle las gracias, le dijo que desearía mucho ir al baile al día siguiente porque el príncipe se lo había pedido. Cuando le estaba contando a su madrina todo lo que había sucedido en el baile, las dos hermanas golpearon a su puerta; Cenicienta fue a abrir.
-¡Cómo habéis tardado en volver! -les dijo bostezando, frotándose los ojos y estirándose como si acabara de despertar; sin embargo no había tenido ganas de dormir desde que se separaron.
-Si hubieras ido al baile -le dijo una de las hermanas-, no te habrías aburrido; asistió la más bella princesa, la más bella que jamás se ha visto; nos hizo mil atenciones, nos dio naranjas y limones.
Cenicienta estaba radiante de alegría. Les preguntó el nombre de esta princesa; pero contestaron que nadie la conocía, que el hijo del rey no se conformaba y que daría todo en el mundo por saber quién era. Cenicienta sonrió y les dijo:
-¿Era entonces muy hermosa? Dios mío, felices vosotras, ¿no podría verla yo? Ay, señorita Javotte, prestadme el vestido amarillo que usáis todos los días.
-Verdaderamente -dijo la señorita Javotte-, ¡no faltaba más! Prestarle mi vestido a tan feo Culocenizón... tendría que estar loca.
Cenicienta esperaba esta negativa, y se alegró, pues se habría sentido bastante confundida si su hermana hubiese querido prestarle el vestido.
Al día siguiente las dos hermanas fueron al baile, y Cenicienta también, pero aún más ricamente ataviada que la primera vez. El hijo del rey estuvo constantemente a su lado y diciéndole cosas agradables; nada aburrida estaba la joven damisela y olvidó la recomendación de su madrina; de modo que oyó tocar la primera campanada de medianoche cuando creía que no eran ni las once. Se levantó y salió corriendo, ligera como una gacela. El príncipe la siguió, pero no pudo alcanzarla; ella había dejado caer una de sus zapatillas de cristal que el príncipe recogió con todo cuidado.
Cenicienta llegó a casa sofocada, sin carroza, sin lacayos, con sus viejos vestidos, pues no le había quedado de toda su magnificencia sino una de sus zapatillas, igual a la que se le había caído.
Preguntaron a los porteros del palacio si habían visto salir a una princesa; dijeron que no habían visto salir a nadie, salvo una muchacha muy mal vestida que tenía más aspecto de aldeana que de señorita.
Cuando sus dos hermanas regresaron del baile, Cenicienta les preguntó si esta vez también se habían divertido y si había ido la hermosa dama. Dijeron que sí, pero que había salido escapada al dar las doce, y tan rápidamente que había dejado caer una de sus zapatillas de cristal, la más bonita del mundo; que el hijo del rey la había recogido dedicándose a contemplarla durante todo el resto del baile, y que sin duda estaba muy enamorado de la bella personita dueña de la zapatilla. Y era verdad, pues a los pocos días el hijo del rey hizo proclamar al son de trompetas que se casaría con la persona cuyo pie se ajustara a la zapatilla.
Empezaron probándola a las princesas, en seguida a las duquesas, y a toda la corte, pero inútilmente. La llevaron donde las dos hermanas, las que hicieron todo lo posible para que su pie cupiera en la zapatilla, pero no pudieron. Cenicienta, que las estaba mirando, y que reconoció su zapatilla, dijo riendo:
-¿Puedo probar si a mí me calza?
Sus hermanas se pusieron a reír y a burlarse de ella. El gentilhombre que probaba la zapatilla, habiendo mirado atentamente a Cenicienta y encontrándola muy linda, dijo que era lo justo, y que él tenía orden de probarla a todas las jóvenes. Hizo sentarse a Cenicienta y acercando la zapatilla a su piececito, vio que encajaba sin esfuerzo y que era hecha a su medida.
Grande fue el asombro de las dos hermanas, pero más grande aún cuando Cenicienta sacó de su bolsillo la otra zapatilla y se la puso. En esto llegó la madrina que, habiendo tocado con su varita los vestidos de Cenicienta, los volvió más deslumbrantes aún que los anteriores.
Entonces las dos hermanas la reconocieron como la persona que habían visto en el baile. Se arrojaron a sus pies para pedirle perdón por todos los malos tratos que le habían infligido. Cenicienta las hizo levantarse y les dijo, abrazándolas, que las perdonaba de todo corazón y les rogó que siempre la quisieran.
Fue conducida ante el joven príncipe, vestida como estaba. Él la encontró más bella que nunca, y pocos días después se casaron. Cenicienta, que era tan buena como hermosa, hizo llevar a sus hermanas a morar en el palacio y las casó en seguida con dos grandes señores de la corte.
                                                                                FIN

                                                    La cenicienta - Versión Nueva 1

Erase una vez, en un lejano Reyno, que vivía un príncipe inocente, tierno incapaz de reconocer maldad en las personas, durante la última guerra  su padre el rey, había fallecido, y en su testamento y en las costumbres del pueblo regía que el príncipe heredero  no puede ser rey, si no está casado, el no conocía el verdadero, de hecho  nunca había estado con mujer alguna, y su concejero ( quien en realidad era una persona cruel que quería apoderarse del reino, prometió hacerse cargo de la difícil tarea de conseguir a la mujer ideal para él)
-  Amado príncipe, yo le prometí fidelidad a su padre y también se la prometo a usted. Usted estará casado antes de acabar el mes.

En el lado oeste de la cuidad vivía una familia de  cuatro mujeres, una viuda y sus tres hijastras, una de cada compromiso que ella había tenido, era una mujer a la cual el amor le había sido poco duradero, porque la parca siempre le arrebataba  el ser amado, ella estaba llena de odio y de ambición, quería ser rica a precio de lo que sea y había educado a sus tres hijastras para ser bellas pero interesadas, cada una de las tres tenía un amante la mayor el general del ejército real,  la segunda, el primer ministro, y la ultima y la más peligrosa de todas, el conde de Bielsa,  gracias a los cuales podían llevar el ritmo de vida que estaban acostumbrados a llevar. Esta  viuda tenía un solo hijo, víctima de una violación, pero al cual amaba más que a nada en el mundo  se sentía muy honrada siempre que presumía con las vecinas, que las mejores resoluciones del rey, son fruto de la sabiduría de su hijo, que siempre estaba  presto en palacio a bien obrar por todos
 Ella su hijo y sus hijastras,  vieron en el príncipe tonto, la oportunidad de ser los más ricos del Reyno, así que maquinaron un plan que no podía fallar. El consejero real organizaría un campamento y una fiesta con  las mejores jovencitas del reino, pero claro el seleccionaría quienes irían y quienes no, así que se anuncio por todo el Reyno.
¡El príncipe se casara! ¡El príncipe busca a la mujer ideal! ¡Señorita no pierdas la oportunidad de ser Reyna!
El plan empezó a andar el consejero muy temprano comunico al  príncipe, que todas las jovencitas que se presentaron al concurso estarán en la hacienda real de fuera de la ciudad, el príncipe se dirigió hasta allá y se dio con al sorpresa que todo el bosque estaba cubierto por mujeres gordas, tuertas, cojas, y que solo habían tres niñas bonitas, que de inmediato llamaron su atención, y con las cuales se sentía bien, el príncipe se acerco a ellas y pregunto sus nombres
La primera respondió, Violeta
La segunda dijo, Rosaura
Y la tercera, Cenicienta.  
Al príncipe el dio curiosidad el por qué de su nombre y sus hermana explicaron que era por el tono  cenizo de su cabello que cuando lo llevaba suelto la hacían ver como salida de las cenizas.
Las tres hermanastras solo tenían un día para conquistar al  príncipe así que cada una dio lo mejor de ellas, Violeta no dudo en mostrar lo buena que era bailando y haciendo acrobacias, y tampoco dejo se presumir de lo apasionada que era al momento de amar, por lo que el príncipe tuvo miedo de ella.
Rosaura hizo lo propio al no parar de  declamar y cantar, pero cuando el príncipe el pidió cantar el himno de guerra del reino, no lo sabía, por lo cual su sentido poco patriótico lo desilusiono,
Solo quedaba Cenicienta quien fue más astuta que sus hermanas, quien prefirió salir de escena mientras sus hermanas daban el show. Por lo que ella se hizo la tonta y no mostro ninguna cualidad, solo dijo que ella sabía leer el corazón

-         -  ¿Cómo que sabes leer el corazón?
-          - Si mi amado príncipe fue lo único que aprendí de mi madre muerta ( poniendo cara triste)

Este gesto hizo que el príncipe quedara enamorado de ella, como la magia del amor a primera vista.

Por la noche en la fiesta el príncipe anuncio, que la señorita que calce igual que su madre muerta seria elegida Reyna (pero ya todo estaba arreglado el príncipe había pedido hacer un zapato a la medida de Cenicienta a su consejero, quien hizo el favor encantado)
Todas las señoritas, incluyendo las hermanastras se probaron el taco, pero ninguna era la indicada, hasta que al fin Cenicienta fue la correcta.

Pasaron tres meses y ellos se casaron,  pero no vivieron felices por el resto de sus días, ya que la malvada familia había tramado emboscar al príncipe y matarlo y así lo hicieron 2 meses después el traidor consejero pago al malhechor más grande del Reyno  para disparar una flecha en el corazón del príncipe, y hacer parecer todo como un gran accidente.
Con el neo rey muerto y una Reyna viuda, el consejero real que siempre fue su amante se caso con ella y saquearon el Reyno junto a su familia hasta que la muerte los llevo.

                                                                            FIN

                                                 La cenicienta - Versión Nueva 2


Alguna vez escuche que todos reniegan de su destino, y esto no es ajeno a pobres o  ricos, Anthony, un joven rico, guapo pero rebelde y holgazán decidió irse de casa y vivir su vida como él quería por la discusión que tuvo con su padre, se llevo cuánto dinero pudo, y hecho a marchar la vida que siempre había querido llevar, llena de drogas, alcohol y sexo, paso algunos meses disfrutando de lo fácil de la vida solo dos cosas era prioridad dormir y seguir ebrio, pero pronto se le acabo el dinero, y no sabía qué hacer en su nueva vida solo había conocido a malhechores y prostitutas, por lo que su siguiente gran acción fue incorporarse a la pandilla para robar carteras a las señoritas distraídas, robar casas o vender drogas.
Una de esas tantas tardes de la vida de Anthony donde lo último que se puede sentir es que estas vivo, su hambre pudo con todo y se echo a robar la cartera a una joven, quien se defendió todo lo que pudo, pero mientras duraba el jalonea pata concretar el robo, él descubrió en esa joven toda la ternura y la ilusión que no sentía desde cuando era aun muy niño, su descontrol era tanto que mientras jalaban la cartera él le robo un beso y ella pensó que la querían violar así que soltó la cartera y corrió buscando un lugar donde nadie pueda dañar su integridad.
La cara de la joven no podía salir de la cabeza de Anthony, quien empezaba a sentirse diferente como con más amor propio y con más alegría de vivir, no podía sacar de su cabeza esos cabellos rizos y esos ojos grandes que podían ver hasta el alma de un mosco si quisieran, tenía que volver a verla era lo que su corazón le dictaba, así que escarbo entre su bolsa y encontró su DNI y algunos escritos sobre su decepción amorosa, no podía hacer nada sabía que sería rechazado pero quería intentar, así que se armo de valor, cambio su aspecto y fue hasta la dirección, cuando llego al barrio de Las Porcelanas, la vio desde lejos junto a otras dos señoritas afuera de una peluquería donde la cajera era una mujer mayor de cabello rubio pintado, pero si de muy mal humor .
Solo tenía una oportunidad, para acercarse y no la podía perderla, así que jugó al héroe devolviéndole su cartera, y ella nunca sospechó que él fue el ladrón al que ayer tanto maldijo.
- ¿Esta cartera es suya verdad?
- Sep, claro  pero como lo hizo?  Lo tenían esos vagos que me asaltaron ayer, de verdad igual no importa usted es un ángel.
- ¿Como se llama señorita?
- soy Cenicienta y ellas son mis hermanas Rosaura y violeta, y ella es su madre teresa una persona muy mala a la cual todas le tenemos mucho miedo.

Los días pasaron y él la visitaba todas las tardes después de haberle robado algo a alguien o haber tenido una pelea con  la pandilla del barrio contiguo; ella siempre era su enfermera,  la amiga que lo entendía y la novia u lo amaba, pero luego de haber estado tan cerca a pesar de la prohibición de la madrasta, el dejo de venir, a verla y ella se sentía muy sola y engañada, así que deicidio enfrentar sus miedos y buscarlo a él dándose cuenta que si no llegaba era porque una bala había perforado su pecho y a pesar de no haber tocado su corazón si era algo de cuidado, ella descubre toda la verdad pero a pesar ello ya estaba enamorada  y decide decide quedarse con él lo cuida hasta que se recupera y después le pide que regrese a su casa con sus padres y su familia y abandone la vida de bandolero  que lleva, y ella misma lo acompaña a pedir perdón  a su casa por lo mal  hijo  que ha sido, su familia lo perdona, pero siempre y cuando él se case con ella.
Así es que ellos se casan y viven felices en su mansión para toda la vida, ella perdona a su madrasta por el mal trato y trae a sus hermanastras con ella a la mansión.

                                                                          FIN 




   La cenicienta - Versión Nueva 3

Los pueblos grandes o pequeños siempre, siempre buscan diversión y esparcimiento al que mal encontramos en la vida nocturna, vida que esta llena de violencia drogas y sexo.

Es una noche de martes, pero no es una  noche cualquiera, hoy en el Night Club "La Cenicienta" la dueña del Burdel, conocida como "la madrastra" a convocado a los mejores clientes, las mejores azafatas y la mas rica comida, por que hoy se celebra la noche de Miss cenicienta, donde la afortunada ganadora tendrá la oportunidad  de viajar por todo el mundo durante un año, con el hombre que ellas elijan.



En el backstage todas las damiselas se ponían, mas bellas, se colocaban la mejor ropa y claro todas contaban con un  equipo que las asesoraba, esa noche ninguna podía cometer error, por que perdería la oportunidad de pasar el mejor año de su vida, y sobre todo sin la necesidad de acostarse con alguien por dinero, era una noche donde ninguna era amiga de la otra, todas representaban competencia, pero sin embargo, habían tres señoritas que eran las favoritas de los clientes, las mejores amantes, las  mas elocuentes y claro las mas bellas.
De entre ellas tres definitivamente saldría la ganadora, este era un concurso de belleza, pero sin embargo mas importaba el erotismo que desplieguen el en baile del tubo, así que todas listas y preparadas, empezó la competencia.



Cada señorita hizo lo mejor que pudo, peor sin embargo tres fueron las finalistas, Violeta, fue la primer en ser llamada definitivamente su técnica para bailar y su exuberante figura no pudieron pasar desapreciaras.
la segunda es ser llamada fue Rosaura, una bella venezolana a quien el ritmo le sobraba y su sonrisa derrite hasta el mas duro corazón.
y la ultima finalista fue al mas joven de las tres su nombre era Scarllete y su bella solo igualaba su buen corazón, y la alegría que le ponía al baile. ella bailo y bailo. y claro logro llamar la atención del hijo del presidente, quien por primera vez visitaba un burdel, él que cautivado  por los ojos grandes y sinceros de la joven, y no pudo hacer menos que hablar con ella en el lapso que tenían para salir al escenario a su presentación final y saber quien sera la ganadora. 

- Señorita usted es un ángel que se a confundido de lugar.
- No solo soy una mujer a quien con el sueño del futuro perfecto el trafico de mujeres me puso aquí.

 sonriendo con una tristeza que lleno de agua sus ojos y un brillo puro, que enamoraron al joven, tras valiente confesión.

La exhibición final comenzó y las tres danzaron a la vez, fue una competencia cuerpo a cuerpo, tras unos segundos de acabada la presentación, subió al escenario la madrastra, quien muy emocionada   anuncio a la ganadora

- y la ganadora de la Cenicienta de este año es... es. SCARLLETE!!!

el lugar se lleno de barullo y fiesta todos guitaban, aplaudían y silbaban. 

Scarllete había ganado así que cumplía su sueño de dejar de ser prostituta y de viajar por el mundo por un año, con la persona que había pagado por ella.

La madrastra tras coronarla esbozo. 
- Y les pido a todo un fuerte aplauso para el caballero que gano la compañía de Miss Cenicienta por todo un año, Octavio Santander.

La nueva Cenicienta no podía creer que el joven a quien había hablado y sentía que amaba desde esa noche, fuera a quien ella iba acompañar. Él se acerco hacia ella y en medio de toda la fiesta la beso y le dijo te amo.
Ellos viajaron juntos y tal parece que el amor que nació esa noche duro para toda al vida por que la hizo su esposa y vivieron felices durante toda su vida.
  
    FIN 

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